Reseña: El gran cuaderno – Ágota Kristóf

Leí El gran cuaderno porque mi profesor de Redacción Literaria, Fabián Giraldo, lo propuso como proyecto final del diplomado. Nunca había oído hablar de la autora y mucho menos de su obra. Fue un encuentro afortunado para mí y agradezco a mi tutor por haberlo puesto en mi camino de lectora. 

Con la autora húngara, Ágota Kristóf, tengo algunas cosas en común: el exilio, la soledad, el hecho de aprender un idioma desde cero siendo adultas. Al igual que ella, al momento de emigrar tenía una hija pequeña y el deseo de ser escritora surgió desde que era niña. Claro que no puedo comparar las razones de su exilio con las mías, ni mucho menos el hecho de que ella lo realizó a pie, cruzando la frontera entre Hungría y Austria para luego instalarse en Suiza. Allí, trabajó en una fábrica de relojes por cinco años, luego se divorció y empezó a estudiar francés. Pasaron treinta años desde su llegada a Suiza para que comenzara a escribir novelas en esta lengua. Sus primeros pasos como escritora fueron en el ámbito de la poesía y el teatro. En 1986, aparece su primera novela, El gran cuaderno. Con ella recibió el Premio Europeo a la Literatura Francesa. Esta novela ha sido traducida a más de treinta idiomas. Y es acerca de ella, de lo que te voy a hablar.

Dos hermanos, gemelos, son llevados por su madre a vivir con su abuela con el propósito de protegerlos de las atrocidades de la guerra, sin sospechar que allí sus hijos sufrirán una terrible transformación. La abuela, a la que la gente del pueblo llama “La Bruja”, los hace trabajar para ganarse el pan, nunca los llama por sus nombres, sino hijos de perra, y constantemente les dice que son un castigo de Dios. Los niños crecen rodeados de crueldad, muerte, abusos y destrucción. A pesar de no poder ir a la escuela, los pequeños siguen autoeducándose, lo hacen utilizando un diccionario y una biblia; con ellos estudian ortografía, composición, lectura y escriben en un cuaderno todo lo que ven y hacen: «Estamos sentados a la mesa de la cocina con nuestro papel cuadriculado, nuestros lápices y el Gran Cuaderno. Estamos solos.

Uno de nosotros dice: 

—El título de la composición es: “La llegada a la casa de la abuela”. 

El otro dice: 

—El título de la composición es: “Nuestros trabajos”.

Nos ponemos a escribir. Tenemos dos horas para tratar el tema y dos hojas de papel a nuestra disposición». 

Para enfrentarse a la realidad que los rodea se entrenan así mismos con duros ejercicios, uno de ellos es ‘Ejercicio de ayuno’: 

«Le anunciamos a la abuela:

—Hoy y mañana no comeremos, solamente beberemos agua.

Ella se encoge de hombros:

—Me importa un rábano. Pero trabajaréis como de costumbre.

—Naturalmente, Abuela.

El primer día ella mata un pollo y lo asa al horno. Al medio día nos llama:

—¡Venid a comer!

Vamos a la cocina. Vemos a la Abuela trinchar el pollo. Ella dice: 

—Qué bien huele. ¿No notáis lo bien que huele? ¿Queréis un muslo cada uno?

—No queremos nada, Abuela».

Poco a poco los niños se van trasformando, van perdiendo la inocencia y el sentido moral, y crean su propio código de lealtad. 

De esta novela resalto el estilo narrativo característico de Ágota Kristóf, lleno de poesía y estética, de oraciones cortas y sin muchos adjetivos. 

El narrador es muy escaso de encontrar en la literatura. Kristóf utiliza la segunda persona del plural. Todo parte de un “nosotros” que da la impresión de que los dos percibieran las cosas del mismo modo, hablaran al unísono; de que fueran la misma persona, pero en cuerpos diferentes. 

«Estamos acostados en el banco que hace esquina en la cocina. Nuestras cabezas se tocan. No dormimos todavía, pero nuestros ojos están cerrados. Alguien empuja la puerta. Abrimos los ojos. La luz de una linterna de bolsillo nos ciega. Preguntamos: 

—¿Quién anda ahí?

Una voz de hombre responde:

—No miedo. Vosotros no miedo. ¿Sois dos o yo beber demasiado?».

Los protagonistas no tienen nombre, solo se les llama Madre, Padre, Abuela o la ocupación que tengan en la sociedad: el ordenanza, el cura, el zapatero. En la novela no encontré ninguna referencia puntual de dónde y cuándo ocurren estos hechos.  Sin embargo, hay muchas descripciones de lo que ven los niños, que supongo que el tiempo interno de la obra transcurre en los últimos años de la Segunda Guerra Mundial y la postguerra. Los escenarios hacen referencia la parte que después ocuparían los soviéticos convirtiéndose en Alemania oriental: «Por la vuelta de la esquina desemboca un jeepmilitar con oficiales extranjeros. El jeep rueda lentamente, seguido por unos soldados que llevan el fusil en bandolera. Detrás de ellos, una especie de rebaño humano. Niños como nosotros. Mujeres como nuestra Madre. Viejos como el zapatero. Son doscientos o trescientos que avanzan, escoltados por soldados».

Cuando comencé a leer El gran cuaderno de inmediato pude sentir la desesperanza, lo sombrío del mundo, la crueldad de la raza humana. Me sentí abrumada e impactada con cada capítulo que leía, que en realidad son como escenas, por su brevedad. Muchas veces sentí rechazo por lo que leía, obligándome a detener la lectura. En otras ocasiones se asomaba algún rayo de luz, podía respirar, continuaba, quería enterarme de cómo acabaría esta historia. Me costaba creer que existiera una mujer tan cruel con sus propios nietos. Me sorprendía la idea de que una jovencita se sintiera tan rechazada por los demás que buscara aceptación en los animales y que las personas golpearan a niños solo porque sí. Se vive en una atmósfera violenta, insegura y oscura.

Es un libro escrito desde las entrañas, crudo y frío. Si quieres leer una buena narración y un tema diferente dentro de la novela bélica de la Segunda Guerra Mundial, este libro es una excelente opción para ti. Te mostrará imágenes ocultas, te ofrecerá diferentes puntos de vista acerca de lo quepasa con los que no van a la guerra y se quedan esperando a que termine, pensando que todo volverá a ser igual. Eso sí, prepárate para experimentar incomodidad, rechazo, vergüenza, tristeza, muchas sensaciones que, a veces, no se está preparado al leer una obra como esta.

El gran cuaderno es, en resumen, una lectura imperdible. Nos recuerda que el destino de la humanidad está puesto, sin discusión, en manos de los niños y en la forma en que estos son educados, tratados por los adultos y el mundo que les heredamos. 

Es una lectura maravillosa, que con seguridad a ti también te estremecerá y te dejará inquieto. Espero que esta reseña te motive a hacerla parte de tu biblioteca.

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El niño con el pijama de rayas
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1 Comment

  1. Marcelo Gerardo Coria dice:

    Excelente trabajo social tanto de la escritora como la dirección de la película.

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