Alina suplicante

Alina suplicante es la segunda novela de Juan Gabriel Vásquez. Ven y lee conmigo en orden cronológico sus obras, no importa si eres lector o un escritor novel, como yo, en busca de su propio estilo.

El 18 de octubre de 2013, Juan Gabriel Vásquez empieza su columna en el periódico El Espectador titulada ‘Gracias, señora Munro’, así: «En el año de 1999 hice dos descubrimientos importantes: primero, que ninguno de los dos libros que había publicado hasta ese momento me merecía el más mínimo cariño; segundo, que la razón era al mismo tiempo simple y descorazonadora: yo los había escrito con una mirada prestada». Uno de esos libros a los cuales se refiere Vásquez es Alina suplicante, que publica en 1999 bajo el sello editorial Norma.

Su primera obra, titulada Persona, que salió a la luz en 1997, es muy difícil de encontrar, tal vez algún día tenga suerte de tenerla en mis manos y leerla. Hace unas horas terminé de leer Alina suplicante. Pensé que me encontraría con algo que me mostraría que el autor era un principiante, uno de verdad, pero no. Claro que sentí la diferencia entre sus novelas más recientes con respecto a esta, pero nada que ocultara su estilo elegante, la forma de entrelazar el presente y el pasado de los personajes sin que el lector siquiera lo advierta. Esta es una de las características que más disfruto cuando leo cualquier texto de Vásquez: las imágenes no se cortan y la película sigue hasta que solo yo decido ponerle pausa en mi cabeza.

Alina suplicante narra la vida de un padre infiel, una madre resignada y dos hermanos adolescentes ávidos de mundo, a quienes el deseo del uno por el otro invade y aplasta sin piedad. Los anteriores son los elementos de un drama burgués, pero el escritor colombiano ha preferido los terrenos de la tragedia con una novela que destaca tanto por el rigor narrativo como por la fatal intensidad de la historia.

Los acontecimientos se desarrollan en Bogotá y sus alrededores, y la última parte, en París. El autor nos deleita con sus acostumbradas descripciones, donde gracias a las palabras precisas, vemos las nubes de la tarde que parecen tocar las antenas de los edificios y los árboles de los cerros bogotanos. Pero allí no se queda, sino que nos entrega las costumbres bogotanas, típicas de las ciudades frías y lluviosas: «La gente se cerraba las chaquetas, los cuellos se subían y las manos se pegaban a las solapas, porque la temperatura caía con violencia y a veces soplaba el viento».

Cada escena dentro de la obra es necesaria, no hay ningún dato de los personajes que después no esté ligado a la trama. Esto hace que siempre haya una tensión, que en ocasiones es imperceptible, pero es la única razón por la cual queremos seguir leyendo. Hay cierto erotismo oculto, el hecho de que Julián y Alina se deseen y se lo oculten el uno al otro y que luego ellos decidan no huir más de su destino y entregarse a lo indecente, es lo que mantiene latente nuestra curiosidad: ¿llegarán a consumar su deseo? ¿Cómo lo vivirán?

El libro está dividido en capítulos cortos. Se navega sobre él sin dificultad. El narrador es omnisciente y por medio de él el lector descubre de los sentimientos y pensamientos más íntimos de los protagonistas. Por capítulos, el narrador cambia de punto de vista, se concentra en determinado personaje, mostrándonos su vida. La obra está contada de forma cronológica y por medio de flashback nos entrega datos que nos esbozan lo que fue su cotidianidad antes de que sus vidas se juntaran.

Lo que faltó dentro de la novela para que fuera en su totalidad persuasiva fue explorar más en las razones del deseo entre Julián y Alina. ¿Pasó algo en su niñez? ¿Acaso está situación se presenta más de lo que se dice? El tema del incesto me deja esa inquietud y creo que en algún momento investigaré por mi parte.

Esta lectura merece la pena. Más allá de la historia o de sus personajes, ofrece la posibilidad de conocer a un autor en formación e ir descubriendo cómo fue evolucionando y qué características de su creación literaria estaban desde sus primeras obras. Sé que a él no le gustaría esta idea del todo, pero lo entendería, porque yo, al igual que él, estoy buscando mi camino, abriendo bien los ojos, mirando el mundo que me rodea para escribir sobre mis fantasmas, sobre eso que solo a mí me perturba.

A una vida de ti – Arianna Saurith Fernández

¿Alguna vez has soñado con alguien que no conoces, y el encuentro es tan vívido que piensas que esta persona existe en alguna parte del mundo, sólo que no se han cruzado aún? ¿Qué pasaría si este sueño se recrea cada noche desde que eres niña y después lo onírico se confunde con lo tangible? Esto le sucede a Ava Santamaría, la protagonista de A una vida de ti: un hombre desconocido se aparece cada noche en sus sueños.

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